Entrevista a Jaime Retamal sobre Educación y Constitución

Jaime Retamal, Doctor en Ciencias de la Educación:

“Si queremos robustecer nuestra democracia y mejorar la participación, tenemos que partir por mejorar el sistema educativo”

Las deudas que tiene el país con la educación han estado presentes desde hace más de una década, y las demandas se han escuchado con aún más fuerza durante el “estallido social”. Este remezón abrió diversos debates sobre el futuro de la educación en Chile y los objetivos que debe tener la Nueva Constitución para cumplirlos. Al respecto, conversó con nosotros el académico de Nuestra Casa de Estudios, Jaime Retamal, quien analizó la situación actual de la educación a nivel país y qué transformaciones se requieren para un mejor desarrollo social.

Por Carmen Luz Jara

Según su perspectiva, ¿cuál es la mejor manera de abordar los conflictos sociales, tal como el estallido, en escolares?

Lo mejor es conversar con los escolares, dialogar con ellos, ocupar el espacio escolar para discutir en torno a cabildos, conversatorios, seminarios con invitados. Hay que discutir sobre cuáles son los desafíos para la democracia chilena, y hablar desde los hechos, con datos, cifras y números, no simplemente hablar desde el sentido común.

Los jóvenes tienen opinión, perspectiva, algo que decir, y nosotros debemos escucharlos. No puede ser que caigamos en el prejuicio platónico de que un niño no tiene pensamiento propio, o que los jóvenes no tienen algo que decir; porque ellos son los que viven el sistema escolar, ellos experimentan el sistema escolar, por lo tanto, ellos tienen algo que decir. Si hay que abordar esto, hay que abordarlo como ciudadanos, siendo todos ciudadanos.

En la práctica, ¿cuáles cree usted que son las consecuencias de este sistema educacional en el contexto neoliberal?

Lo dijo la OCDE la semana pasada: la principal consecuencia de la desigualdad educativa es que hace peligrar la democracia. La desigualdad educativa produce populismo y votos ultra, es decir, votos de ultra derecha o de ultra izquierda. La desigualdad educativa produce un deterioro en la democracia, no es simplemente que una desigualdad social, cultural, de clases, etc.

Ahora estamos ante un problema político, y no simplemente ante un problema administrativo que busca cómo distribuir los conocimientos y los aprendizajes, sino que tiene que ver con que un sistema deteriorado y precario como el nuestro, que tiene una educación pública de mala calidad, que tiene una educación particular también de mala calidad, es muy probable que se genere un caldo de cultivo para el populismo de cualquier tipo y para los votos ultra de cualquier tipo, siendo un peligro para cualquier democracia. Si queremos robustecer nuestra democracia y mejorar la participación, tenemos que partir por mejorar el sistema educativo, porque o si no, la democracia del siglo XXI o XXII están en peligro.

¿Considera que es necesario fortalecer las comunidades escolares?

Sí, se deben fortalecer estas comunidades. Hay que otorgarles una voz a las comunidades escolares, hay que dejar que se expresen, y debemos escucharlas. El sistema escolar chileno le da más voz y prioridad al equipo directivo y al equipo de gestión, como si ellos supieran verdaderamente sobre educación, y eso cualquier experto en educación te lo refuta. Los sistemas que funcionan son donde las comunidades escolares son partícipes de lo que pasa al interior de las escuelas. Hay que derribar las murallas de las escuelas y dejar entrar a las comunidades, comunidades tales como las de padres y apoderados; vecinos; clubes deportivos; estudiantes organizados en torno a temáticas veganas, feministas, etc.

Hay que pensar la educación como la pensaba John Dewey, quien decía que la educación no es algo para la vida, no es algo que te sirve para la vida, la educación es la vida misma, por lo tanto, esas murallas hay que derribarlas. Me parece que es sumamente importante plantear la educación desde la perspectiva de las comunidades, para que puedan controlar la calidad de la educación, que puedan vigilar cómo se distribuyen los recursos financieros en la escuela, que puedan promover buenas prácticas pedagógicas, que puedan acoger a los estudiantes en sus propios territorios. Esta idea de que la escuela es un templo, que es una cárcel, o que es un lugar cerrado, es una idea que no resiste análisis para como hoy se configura el conocimiento, la ciencia y la democracia.

Desde la educación primaria hasta la superior, los métodos de evaluación para los alumnos son estandarizados. En un caso hipotético, ¿cómo sería la mejor manera de evaluar el aprendizaje, considerando el contexto político y social del país?

Lo que ha sucedido con el sistema escolar es que se ha neoliberalizado endógenamente, eso quiere decir que ya no es simplemente un neoliberalismo estructural, de cómo se financia o se administra la educación, sino que hoy en día tenemos un neoliberalismo que se expresa en pruebas estandarizadas, en accountability con altas consecuencias, en modos de gestión empresarial. Eso tiene que terminar porque hay un malestar en el sistema escolar respecto a las pruebas SIMCE y PSU, a la estandarización del curriculum, a la estandarización de la profesión docente.

El modelo de estandarización es un modelo de control de calidad empresarial, y debemos terminarlo. Hay que volver con argumentos educacionistas más que empresariales. Hay que volver a poner la educación en el centro, y no los resultados, ni las notas, ni el puntaje, ni el rendimiento. El centro debe ser la educación, y eso significa volver a valorar el aprender, el conocer y el descubrir el mundo, ensayar nuevos mundos y crear nuevos mundos. La educación está hecha para el estudiante, y el estudiante no debe estar pensado para el rendimiento o la homogeneidad, sino que la escuela debiera producir heterogeneidad, interculturalidad, multiculturalidad, diálogos que rompan con el mercado, con el machismo, con los privilegios, debiera producir la alegría de vivir juntos. La escuela debiera promover otro trato con la naturaleza, con lo que hacemos con los animales, con nuestros pueblos originarios. Me parece que lo que hace la estandarización de la educación es configurar el mundo como si éste fuera cuatro respuestas posibles en la pregunta de un test. El mundo es mucho más que cuatro respuestas posibles.

¿Qué cambios realizaría a la Constitución sobre materia educacional?

El primer cambio importante es rejerarquizar, controlar y limitar la libertad de enseñanza. Lo que hizo la Constitución de Pinochet fue poner la libertad de enseñanza en el primer lugar, y eso produjo finalmente este mercado educacional, este modo de educación que favorece los proyectos particulares e individuales por sobre los proyectos públicos. Me parece que lo primero es sacar de la jerarquía la libertad de enseñanza y, en su lugar, reponer lo que Chile siempre ha tenido en un primer lugar, que es el derecho a una educación de calidad para todos, un derecho a la educación pública, igualitaria, en el que nos sintamos todos iguales.

Me parece que es un gran debate porque lo que ha producido el sistema escolar en el neoliberalismo es que los padres se creyeron el cuento de la libertad de enseñanza. Tengo la impresión de que hoy en día los padres eligen la desigualdad, eligen poner a sus hijos para no mezclarse con el roto, con el flaite, con la chusma, o lo que ellos consideran roto, flaite o chusma. Prefieren poner a sus hijos en una burbuja, y es razonable que lo hagan porque el sistema promueve eso. Tenemos que cambiar el sistema para que los padres cada vez encuentren más razonable poner a sus hijos en lugares donde se valore la multiculturalidad, la multidiversidad, la complejidad de culturas, lenguajes, discursos, géneros, etc. La tarea por ubicar a la libertad de enseñanza en un lugar acotado, y por reponer el derecho a la educación en un lugar privilegiado es una tarea difícil, de unos 50 o 100 años. Es una tarea cultural, no simplemente una cuestión constitucional.

Me parece que el estallido social nos está diciendo precisamente eso: queremos un sistema en el que podamos encontrarnos, en el que podamos dialogar, y lo que hace el sistema actual es decirnos que los mejores están en ciertos colegios y los peores en ciertos colegios, cuando no es así. Eso es muy peligroso para la democracia.

¿Cuál es el enclave que se sigue manifestando en la educación actualmente? Respecto a la actual constitución.

El enclave autoritario sigue estando presente en el sistema escolar. Nuestro sistema, lamentablemente, es muy autoritario, adultocentrista, unidimensional y uninacional. Tenemos que romper esos enclaves, porque este sistema solo produce más enclaves como los que mencioné. Tenemos que avanzar hacia un sistema escolar democrático, integrador, inclusivo, en el que brille la libertad de expresión y la libertad de pensamiento. Este sistema adoctrina para el neoliberalismo, para el consumismo y para el individualismo. A través de este sistema es que vive el individualismo que obliga a competir unos con otros, que te obliga a prepararte para el mundo laboral, de mercado y de consumo. Es un autoritarismo que crea, en algunos, la autopercepción de que son mejores que otros, que son más chilenos que otros, que tienen más derechos que otros.

¿Cómo ve el futuro de la educación, tanto la primaria como la superior, en Chile luego del estallido?

La veo bien, soy muy optimista porque creo que la discusión sobre el modelo educacional se va a abrir, vamos a poder discutir sin prejuicios respecto a esto. Soy optimista también porque he escuchado mucha autocrítica del mundo que ha dirigido la educación desde los 90' en adelante, aunque siempre hay gente que defiende el modelo. Me parece que esto ha permitido que otros proyectos u otros modos de ver, más democráticos e integradores, puedan proyectarse de mejor manera en la discusión pública. Hay universidades que promueven la inclusión, que han inventado los rankings, que han inventado otros mecanismos para que muchos más jóvenes puedan entrar a la universidad.

Esas universidades están un paso más adelante que el resto, y son las que deben tomar la palabra y organizarse en grupos multidisciplinarios, dando a conocer argumentos que le permitan al país conocer los beneficios de la integración, la inclusión y la transmisión igualitaria del conocimiento. Soy optimista porque ya hay universidades que han dado pasos en esto, y que podrían estar mucho más presentes en la opinión pública con ideas y propuestas para poder mostrar mejor los beneficios de los cuales estamos hablando.

¿Cuál es el rol que usted cree que debe tener la educación técnica en Chile?

Yo creo que la educación técnica es sumamente importante. La educación técnica es el momento en el que el conocimiento se hace práctico, se hace útil, y así puede cambiarles la vida a las personas. La tecnología es sumamente importante. El futuro del conocimiento fue y siempre ha sido la tecnología.

Debiéramos repensar, dentro del el sistema escolar, el rol de la educación técnica, que siempre ha sido menos valorada versus la educación científico humanista. La educación técnica es el futuro, y tenemos que potenciarla desde la más tierna juventud, para que ellos sean capaces de trabajar con la robótica, con la inteligencia artificial, con algoritmos, que sean capaces de crear en el Norte de Chile, por ejemplo, nuevas dinámicas con la minería, o nuevas dinámicas relacionadas con el mar en el Sur, nuevas dinámicas con el mundo del vino en el Centro, que sean capaces de crear respuestas innovadoras respecto a los desafíos que tenemos como país. La educación técnica es fundamental para el futuro de cualquier país. Seríamos muy poco inteligentes si no valoráramos ni potenciáramos la educación técnico profesional, porque es desde ahí que el conocimiento se hace carne y se hace útil para la población.

¿Finalmente, qué rol tiene la Usach ante los desafíos educativos que existen?

El rol de la Usach es el de una universidad pública que debiera estar a la vanguardia de la defensa del derecho de la educación. Su rol es colaborar con la producción de conocimiento pertinente para la toma de decisiones en la nueva constitución. La universidad debiera crear un núcleo de pensamiento interdisciplinario en el que hayan economistas, sociólogos, historiadores, personas del mundo de la educación, y que entre todos podamos articular una moción que permita a los futuros constituyentes pensar el rol que debiera jugar la educación pública en el nuevo país que queremos construir a partir de la Nueva Constitución.

Yo creo que la Usach está presente en el debate constitucional, pero el siguiente camino es profundizar esa presencia con contenidos pertinentes  para los que van a ser los constituyentes, pensar una nueva educación, un nuevo sistema de salud, un nuevo sistema de jubilación. Esta universidad, que es una universidad que mezcla facultades de Economía, Salud y Humanidades, puede colaborar mucho respecto a la entrega de conocimientos pertinentes para la toma de decisiones.